Sabéis que en este blog de Gesmemori nos gusta viajar y curiosear por el mundo y esta vez recalamos en la hermosa Évora para contaros algo de la Capilla de los Huesos (Capela dos Ossos), uno de los muchos monumentos de interés de esta ciudad portuguesa declarada Patrimonio de la Humanidad.
A 150 kilómetros de Lisboa y en pleno corazón del Alentejo, la que es una de las urbes más blancas de Portugal es también una ciudad museo, con vestigios que se remontan a todos los siglos, desde el templo de Diana a la catedral, dicen que la más grande de Portugal y ejemplo perfecto de transición del románico al gótico.
Alrededor de la Sé la historia se multiplica y entre los muchos monumentos a visitar se encuentra la iglesia de los Franciscanos, eje central de este viaje. En la nave transversal derecha del que fue templo conventual se encuentra la Capela dos Ossos, del siglo XVII y decorada de abajo arriba con las osamentas y calaveras de unas cinco mil personas provenientes de los cementerios situados en los alrededores. Al entrar, una inscripción recuerda lo efímero de la vida y cuál es el destino inexorable de la carne.
La capilla tiene 18,7 metros de largo por 11 de ancho. La luz entra a través de tres pequeñas aberturas situadas en el lado izquierdo de la misma. Sus paredes y sus ocho columnas están decoradas de huesos largos y cráneos cuidadosamente ordenados y pegados.
Adentrarse en la Capela dos Ossos no deja a nadie indiferente. Aunque su historia, lejos de ser truculenta, responde a una necesidad práctica y a una creencia espiritual. Durante el siglo XVII los cementerios de Évora ya no daban para más y de esa “superpoblación” cadavérica surgió la obligación de exhumar los huesos para hacer sitio a nuevos enterramientos. A la vez, la idea estaba en consonancia con el espíritu de la Contrarreforma, que auguraba que así los cuerpos estarían más cerca de Dios.
La capilla, de obligada visita y que supone una experiencia única, está situada en la iglesia de São Francisco, un enorme complejo monumental de visión deslumbrante porque, restaurado como está, luce más blanco que nunca, como toda la ciudad.
Y si seguimos de ruta por el sur de Portugal, hay otra Capela dos Ossos, esta vez en Faro, en la Igreja do Carmo. Su historia es parecida a la de Évora porque la capilla es el lugar de descanso de unos mil esqueletos, exhumados en el siglo XIX de los cementerios de la urbe. Parte de ellos pertenecen a los monjes carmelitas que en su día sirvieron en la orden. Los monjes observan a los visitantes desde todos los puntos del interior de la ermita. La Igreja do Carmo también llama la atención con su imponente fachada barroca y su talla dorada del interior.
No es la única porque nuestros vecinos portugueses tienen más Capelas dos Ossos en el país. La de Campo Maior, también en el Alentejo, es otra obra donde habitan los huesos, en este caso los de los fallecidos en 1732 por la explosión del polvorín donde se guardaba la munición, en el castillo, a causa de un rayo.
Hay otras capillas de huesos por Europa y por el mundo, de las que os hablaremos en otros post venideros porque mientras esos “ossos esperan pelos nossos” por aquí seguiremos viajando para contaros cosas de lo divino y de lo humano.